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Economía

argentina puede ser uno de los principales proveedores de alimentos a china

El país más poblado del mundo no es autosuficiente en alimentos; por qué la Argentina puede transformarse en uno de los principales proveedores; la experiencia de San Ignacio

08/07/2017

i se aplicara la máxima de la comisaria de Comercio europea Cecilia Malmström, la relación de la Argentina con China debería quedar bien lejos de toda metáfora deportiva. "Esto no es como el fútbol. Aquí todos tenemos que ganar", dijo la funcionaria para entusiasmar a las partes respecto de los beneficios de un acuerdo entre la UE y el Mercosur.

 

 

Junto con Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, la Argentina forma parte de la principal región aprovisionadora de alimentos de China. El gigante asiático y sus 1300 millones de habitantes no son autosuficientes, y las proyecciones indican que, al menos en los próximos 25 años (para cuando se calculan lleguen a ser 1600 millones), la situación no cambiará, comenta Diego Guelar, embajador argentino en Pekín.

Frente a un grupo de empresarios argentinos -los ganadores del Premio ICBC de Comercio Exterior- Guelar describió el potencial que el sector agroalimentario argentino tiene en el mercado más grande del mundo: "Las posibilidades son infinitas. Tenemos la marca de la naturaleza", dijo.

 

 

El Banco Industrial y Comercial de China, organizó el certamen por primera vez el año pasado y fijó como galardón un viaje de negocios e inmersión a la cultura del gigante asiático para las firmas que obtuvieran el primer puesto en las cuatro categorías. Uno de los ganadores fue Establecimientos San Ignacio SA.

"Nos quedó en claro que la Argentina está en la agenda de China y eso es muy importante. No lo hacen de buenos ni porque quieran hacerle un favor al Gobierno, necesitan alimentos y nosotros, exportar. Ahí está nuestra oportunidad", dijo Alejandro Reca, director de San Ignacio.

 

 

"Que seamos sólo exportadores de commodities básicos tiene que ver con la primarización de nuestra economía incluyendo el verso de la industrialización de los últimos 12 años", disparó Guelar. Entonces, LA NACION, lo consultó respecto de las barreras paraarancelarias como las reglamentaciones fitosanitarias que dificultan el ingreso de los productos.

"Si queremos consumir nuestra propia historieta, hagámoslo. La realidad es que el año pasado, en medio de la crisis de las peras y manzanas, y de los lácteos, aquí no había ningún tipo de obstáculo para nuestros productos. Mandé un informe con aranceles y detalles, con toda las posibilidades y el ingreso garantizado. Por qué no lo hacemos es un problema argentino, que Sancor esté en quiebra en el país es nuestro problema. Acá están empezando a consumir lácteos", respondió.

Aceite fraccionado

Contó como anécdota lo que pasa con las 11 zonas francas que se pusieron en marcha en China. "En Shanghai nos ofrecen facilidades. Hablé con nuestros aceiteros. Hoy mandamos aceite a granel, pero si vamos a los supermercados en los que compran los 300 millones de habitantes de mayor poder adquisitivo vemos la cantidad de aceites embotellado que hay. No mandemos el poroto de soja. Eso se acabó, no venderemos más aceite salvo que lo fraccionemos", explicó.

Hernán Viola, agregado agrícola argentino en Pekín desde hace cinco años, dice que "hay mucho interés por nuestros productos, se vio en la SIAL (una de las ferias más importantes del sector), y aunque hay una presencia importante hay mucho desconocimiento del mercado chino por parte de nuestros exportadores".

Y cita como ejemplo algunos de los preconceptos con los que se pretende abordar el mercado. "Piensan que China es un sitio para enviar los remanentes o los productos de segunda calidad. Eso no va más. El mercado cada vez se vuelve más sofisticado. La demanda de productos importados está relacionada con productos de calidad porque los principales demandantes son la clase media y media/alta que buscan un producto seguro para el consumo", detalló.

Viola recordó que hace algunos años China pasó por casos de grave inseguridad alimentaria y contaminación de sus productos que afectaron su reputación. "Trabajan para mejorarlo, pero el consumidor chino y especialmente el que tiene poder adquisitivo prefiere el producto importado porque lo asocia con calidad. Nosotros, que estamos tan lejos, tenemos que difundir que somos un gran productor de alimentos. Eso implica un trabajo de promoción".

Por eso el funcionario destacó de modo especial que si bien es cierto que China no es autosuficiente y necesita proveedores, la confianza es un factor clave. "A diferencia de otros mercados, el chino no se basa en la firma de contratos sino en el desarrollo de relaciones", contó antes de mencionar cómo reforzará la confianza la apertura en la Argentina de la oficina del Aqsiq, el Senasa chino.

Luego señaló un dato importante para las pymes: el crecimiento y desarrollo del comercio electrónico. "Es una ventana que se abre para productos importados de valor agregado. Es una muy buena oportunidad para las pymes ya que es un canal de distribución y ventas que ofrece mejores condiciones".

 

Empresarios chinos degustaron dos presentaciones del dulce de leche San Ignacio. Foto: Florencia Carbone

 

Reca, que mantuvo más de 20 reuniones de trabajo, contó que la estrategia de la firma es que el dulce de leche en el exterior deje de ser un producto asociado con el mercado de la nostalgia. "Queremos que lo consuman todos, pero para eso hay que hacer una tarea de difusión de sus propiedades y aplicaciones. Es algo que estamos trabajando en diferentes mercados y este viaje fue fantástico para ver cómo sería en China. Veníamos con algunos preconceptos a partir de lo que nos decían respecto del paladar y el gusto del asiático, la apariencia del producto. Y en eso derribamos muchos mitos. Nos vamos convencidos de que hay una oportunidad concreta", relató entusiasmado.

Cuando se le pregunta si el ejemplo de Nutella (la pasta de chocolate y avellanas que elabora la empresa italiana Ferrero) puede resultar inspirador como modelo de inserción internacional, Reca dice que más allá de las similitudes (ambos se esparcen sobre un pan o una creppe) o diferencias (uno es de origen vegetal y el otro animal) del producto hay una clara desigualdad entre las dos firmas. "Hay diferencias de tamaño y escala. El desarrollo de producto de ellos es espectacular. Miramos lo que hacen y tratamos de imaginar cómo podríamos hacerlo, pero para eso necesitaríamos acceso a maquinarias y financiación", dijo Reca.

"Claramente hay una gran oportunidad para la provisión de alimentos argentinos. Creo que es algo que no podemos conmensurar porque no tenemos un entendimiento claro del consumidor chino. La Argentina ha sido un país en el que muchos contenedores quedan en el puerto, con China tenemos la oportunidad de que eso ya no pase tanto", dijo.

Según Reca, "las oportunidades están. Está en nosotros materializarlas". El tiempo dirá si esta vez la relación logra romper la pendularidad argentina y con eso, las góndolas chinas -en los supermercados físicos o virtuales- se acostumbran a tener entre sus habitantes a nuestros productos.