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Vulcano, el planeta fantasma que Albert Einstein expulsó del cielo

Los cálculos probaban su existencia hasta que él mismo comprobó la necesidad de cambiar fundamentalmente la idea que se tenía de la realidad

18/09/2017

odo indicaba que estaba ahí. Y ese «todo» eran los cálculos de eminentes científicos que conocían a la perfección ese Universo que había legado Isaac Newton y las leyes que lo regían desde 1687.

La ley de la gravitación universal había explicado el movimiento celestial de los astros sin lugar a dudas durante dos siglos y, según ese marco teórico, lo único que podía explicar la órbita de Mercurio, uno de los fenómenos más desconcertantes del Sistema Solar, era la existencia de un planeta hasta entonces no avistado.

"Un planeta, o si uno prefiere un grupo de planetas más pequeños que circulan en las proximidades de la órbita de Mercurio, sería capaz de producir la perturbación anómala sentida por el último planeta", propuso en 1859 Urbain Joseph Le Verrier, el más famoso astrónomo del mundo en ese entonces y director del Observatorio de París.

Así como su existencia, el nombre de ese planeta que orbitaba tan cerca de las llamas del Sol tenía sentido: Vulcano, el equivalente romano del dios griego Hefesto, el herrero divino.

Le Verrier no fue el primero en sospechar la presencia del planeta fantasma: esta imagen, por ejemplo, muestra un diagrama del Sistema Solar para escuelas y academias publicado por la litografía neoyorquina E. Jones & G.W. Newman, en 1846.