07/02/2019
La crisis en Venezuela ha causado una implosión geopolítica en el sistema internacional que coloca a Donald Trump como líder de una coalición de países que rompe bloques regionales y obliga a forzar maniobras diplomáticas que pretenden balancear el poder de la Casa Blanca y sólo favorecen a la permanencia de Nicolás Maduro en el poder.
El presidente de los Estados Unidos arrincona a Maduro y causa un efecto dominó en el orden global que no tiene antecedentes. La situación en Venezuela ya es un laberinto y no hay una hoja de ruta que permita desembocar sin conflicto en una transición democrática.
Trump quebró los consensos en el Mercosur y la Unión Europea, mientras que Maduro se apoya en China y Rusia, cuenta con las gestiones diplomáticas de Uruguay y México, y es respaldado por Cuba, Italia, Turquía e Irán. Este desbarajuste en el sistema internacional quedó al descubierto con la declaración del Grupo de Lima en Ottawa (Canadá).
Frente a la convocatoria al diálogo emprendida por Uruguay y la UE, así como la carta que Maduro remitió al Vaticano solicitando la intervención de Francisco, los representantes del Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú), consideraron esos movimientos como un simple ardid diplomático que beneficia únicamente al líder populista venezolano.