17/04/2019
Sacudido por el dato del IPC de marzo (+4,7%) ayer el Banco Central anunció ajustes en el esquema monetario vigente. Por un lado, y en línea con el objetivo de haber extendido la meta de crecimiento cero de la base monetaria hasta fin de año, decidió fijar los límites inferior y superior de la “zona de no intervención” cambiaria hasta fin de año en los niveles de ayer, de modo que se congelan en $39,75 y $51,45 respectivamente. Por otro, decidió abstenerse de comprar divisas, hasta el próximo 30 de junio, si el dólar cae por debajo del límite inferior de la “zona de no intervención”. Esto implica en la práctica cambiar la pendiente de la “zona” (que crecía al 1,75%) y hacerla plana y además no inyectar pesos ante la apreciación de la moneda. A modo de referencia, si se hubiera mantenido la pendiente, los límites de la “zona” a fin de año hubieran sido $46 y $59,6, respectivamente. En el esquema anterior el BCRA se comprometía a comprar hasta 50 millones de dólares diarios si la cotización caía debajo de la “zona de no intervención” hasta el 2% del objetivo mensual de la base monetaria. Por lo tanto, ya no hay operativamente un límite inferior efectivo de la “zona”. Al respecto surge la duda, entre operadores, si dado que el BCRA ya no comprará en ese caso, qué hará el Tesoro, es decir, si seguirá vendiendo los u$s60 millones diarios directamente al BCRA en lugar de hacerlo en el mercado de contado.
En buen romance, lo que se anunció ayer es que el BCRA ajustó las clavijas del sesgo contractivo de la política monetaria, por lo menos, hasta fin de junio. Hay que recordar que en la medianoche del 22 de junio se conocerán finalmente quiénes serán los candidatos a la carrera presidencial de las PASO. También detrás de los cambios del COPOM (ver aparte) parece volver a apostarse a la flotación, pero sobre todas las cosas, a la apreciación del peso como ancla de las expectativas inflacionarias. Vale señalar que la inflación de marzo arrojó un nivel interanual del 54,7% mientras la núcleo se elevó al 55,5% anual.
Por ello, es quizás el hecho más relevante que el BCRA está dispuesto a convalidar un peso más fuerte a partir de ahora y hasta fin de año. Lo que implica que está dispuesto a aceptar la apreciación real de la moneda, ante la expectativa de que la inflación mensual se mantendrá alta, de modo de amortiguar la intensa presión sobre los precios. Claro que esta estrategia, de desinflar vía el “retraso” del tipo de cambio, tiene sus costos en términos de nivel de actividad, en una economía que precisamente continúa mostrándose no tan fuerte.