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Viajes y Turismo

Verano 2022: del no viajamos nunca más al viajemos todos

Entre el goce y el hacinamiento, la temporada alta en la Costa Atlántica cerró sold out

04/03/2022

Del "no vamos a viajar nunca más" al "viajemos todos", el trip pandémico nos llevó este verano a una escala impensada no muchos meses atrás: todos los puntos turísticos estallados de gente, con los balnearios como cabezas de playa de este desembarco masivo. La bipolaridad a la que nos expuso el #PeligroCovid se meció estos dos meses entre el goce y el hacinamiento, entre el relajo y la ansiedad. ¿Ésta es la forma para salir mejores, tal como auguraban los pronosticadores en marzo de 2020? No lo sabemos (o no queremos saberlo, mejor).

Se habla de esta temporada como "la mejor de la historia argentina" y no queda más que rendirse ante las evidencias: las rutas, los balnearios y las peatonales, los alojamientos, las salas y los bares a tope. Calle, cordón y vereda detonados por hombres y mujeres, por pibes y por pibas. Colas para comer, colas para mear. Olfato mata relato: desde las toneladas de churros calentitos por la mañana hasta las cloacas rebalsadas al final del día, la alta demanda se percibió en el aire. Literal.

Como corolario, el reciente finde XXL de carnaval condensó lo bueno y lo malo del bimestre modelo (porque el verano dura tres meses y la temporada cuatro, pero el núcleo fuerte se centra en enero y febrero). Tan solo en ese feriado largo se movieron tres millones de personas que saturaron la costa atlántica antes de apretar el pomo, cuando saltaron los tapones y decenas de ciudades quedaron a oscuras entre calles empantanadas y escenarios desmontados de urgencia o librados al tormentón de sábado por la noche.

¿Cómo se explica este inédito hormigueo desde los centros urbanos hasta las turísticos? Los motivos son varios -o "multicausales", para usar la palabra fetiche de la economía actual-: desde el programa Previaje que convenció a secos y dudosos hasta el dólar por las nubes que bloqueó el sueño húmedo de Brasil, pasando también por la necesidad de oxigenar la cabeza después casi dos años de pandemia y -por qué no- esta sensación de que todo puede volar por el aire en cualquier momento, entonces mejor no dejar para mañana lo que se puede hacer ahora. Dicho de otro modo: el miedo de que, tal como viene pasando desde hace por lo menos cinco años, el próximo pueda ser peor que el anterior.

Ni siquiera Corrientes frenó su actividad, a pesar de los incendios que arreciaron en la provincia y coparon la agenda hasta que el conflicto .